LA CRIMINALIDAD EN AUMENTO
Quienes
acumulamos años, sabemos que antes las puertas de los edificios se hallaban siempre abiertas, lo mismo que los automóviles
estacionados y que las familias con toda naturalidad desarrollaban sus tertulias en la vereda frente a sus casas. Todos conocíamos
el nombre del agente de la esquina y el policía sabía más de nosotros que del arma que portaba. En esa época nuestros maestros
no hacían huelga, nos ponían amonestaciones y nos dejaban libres si así correspondía. El abanderado era elegido por sus calificaciones
y nuestros padres dejaban la enseñanza en manos de los profesores, mientras que la educación era patrimonio del hogar, donde
los valores eran respetados y exigidos. El alcoholismo estaba mal visto, no existían la TV, el rock, las drogas, los inmigrantes
ilegales, las armas declaradas, las películas violentas ni los chicos de la calle, que estaban en la escuela. No había villas miseria y los actores y la juventud no se expresaban con la procacidad con que lo hacen
actualmente. Los ladrones eran perseguidos, procesados, condenados y no salían de la cárcel hasta el cumplimiento de su pena.
No existían policías, ni jueces, ni servicio penitenciario corrupto, ni guerrilla, ni deportistas o políticos vedettes. En
su reemplazo había líderes, buenos ejemplos y alguien a quien emular. En esa época existía la vergüenza, trabajo para quienes
lo buscaban y los criminales tenían ciertos códigos, hasta tal punto que se los llamó “profesionales”. La crítica
de la sociedad era dirigida hacia la marginalidad y existía respeto por las instituciones. Devolver dinero era un orgullo
y se ponderaban las buenas acciones.
Con
el tiempo, algunos de esos parámetros fueron cambiando, olvidándose ciertos límites y exigencias que se fueron degradando,
a la vez que aumentaba la tolerancia y permisividad a un grado extremo. El fenómeno social y científico posterior a la segunda
guerra mundial, no traía consigo los parámetros necesarios para adaptarse a las modernas reglas de juego, de manera que no
se pierdan los valores tradicionales. La evolución fue y es tan rápida, que no hubo tiempo de reacción, facilitando el incremento
de la delincuencia. Este aumento de la criminalidad, no es exclusivo de la Argentina. Nosotros no inventamos las alarmas,
ni los circuitos cerrados de televisión, ni las modernas cerraduras, porque otra sociedad lo había requerido antes.
En
la actualidad, nos encontramos inmersos en una situación completamente distinta, alguna de cuyas vertientes hemos comentado.
Los políticos, que son los primeros responsables del bienestar de nuestra sociedad, están buscando resolver el problema, para
lo cual existe una compleja solución de fondo, de largo aliento, evolutiva y costosa. Para ello se requieren leyes adecuadas,
nuevas cárceles para los delincuentes, funcionarios probos, medidas para mejorar evolutiva e integralmente la educación y
dignidad, asegurando las fuentes de trabajo.