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¿Quien le pone el cascabel al gato? Si ni siquiera tenemos cascabeles
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LA
DELICUENCIA RESULTA MAS COSTOSA QUE LA EDUCACIÓN POLICIAL.
¿UN
CIRCULO VICIOSO?
El nivel de criminalidad actual, es la consecuencia en el tiempo del conjunto de políticas erróneas
vinculadas con los factores que la originan. El proceso que conduce a la marginalidad lleva tiempo, normalmente varios lustros,
y de la misma manera que una enfermedad, su cura requiere un período aún mayor, si es que se puede lograr. En la situación
actual, la educación ha perdido el rumbo, los procedimientos policiales y leyes penales, en término de resultados no están
resultando eficaces y en materia de política criminal, la realidad supera las buenas intenciones. Hay mucho por hacer y mucho
más por corregir. Uno de los factores de influencia no reconocida, se relaciona con la falta de exigencias y controles en
materia de inmigración. Los que ingresan al país no siempre encuentran trabajo y algunos pocos lo hacen para delinquir y usurpar
casas ajenas. Resulta ineludible madurar y definir los parámetros de deberes y derechos de la ciudadanía. Para un europeo
resultaría incomprensible que para desalojar a un inquilino que no paga su alquiler, sea necesario un proceso judicial largo,
costoso e ingrato. Tanto es así, que actualmente cualquier grupo de personas podría ocupar un área pública o privada e iniciar
un barrio precario, instalarse robando energía y más tarde ¡adquiriendo derechos! También existen pasajeros de países limítrofes supuestamente turistas que concurren a esta urbe, con el solo fin de hacerse
atender en los hospitales públicos, a veces con costosísimas intervenciones que no pagan y sin aportar previamente al erario
público. De esta manera despilfarramos el presupuesto sanitario y nuestra propia salud, con todas las consecuencias sociales
que esto implica. Mientras tanto se están incrementando los impuestos, combustibles y el transporte, como camino hacia una
solución para la situación económica existente, aspecto de coyuntura que pierde de vista el derroche en que nos encontramos
inmersos. Mientras tanto, la población exige mayor seguridad a una policía que también sufre los embates de los recortes presupuestarios,
bajos sueldos y falta de vocaciones. La seguridad nace en el derecho, aspecto que actualmente se encuentra fracturado. Continúa
con leyes penales claras e ineludibles. En los estrados judiciales de los EE UU, no se trata de demostrar la inocencia del
procesado en un hecho criminal, lo que se busca es justificar los motivos o determinar los agravantes o atenuantes. Poseemos
un sistema judicial donde se puede ejercer una defensa a ultranza, utilizando cualquier medio para lograr exculpar al imputado,
incluyendo la mentira, tergiversación de los hechos y testigos falsos. La tarea de los señores jueces debe ser extremadamente
difícil, para distinguir la realidad de esa maraña, apremiados por los tiempos jurídicos y la necesidad de ser justo y hacer
cumplir la Ley. . Es así que la policía, de alguna manera resulta una víctima del medio en que se encuentra y no es entrenada
como es debido desde el momento inicial de su formación. Cada provincia posee su policía, formada en centros distintos, con
criterios distintos y presupuestos distintos. Este sistema, contribuye involuntaria e indirectamente con la crisis económica
de su propia provincia. En consecuencia, es necesario buscar soluciones que permitan formar a las policías centralizando escuelas
por regiones, manteniendo su propia entidad, pero economizando esfuerzos y dinero. De esta manera, se puede formar un policía
con criterios modernos, economías regionales y el presupuesto adecuado, porque
el mejor plan de capacitación policial, falla sin el correspondiente apoyo financiero. De otra manera cómo se va a pretender
luchar contra el narcotráfico, delincuencia transnacional, tráfico ilícito, prostitución, terrorismo fundamentalista, contrabando
y algunas otras menudencias como un simple asalto a mano armada en el comercio de la esquina.
No se debe reclamar a la policía mayor seguridad, cuando como ciudadanos comunes, seguimos desarrollando nuestra rutina
diaria, la mayoría de las veces sin tomar el más elemental recaudo para incrementarla. Parece un hecho natural que la policía
deba entregar su vida en “cumplimiento del deber”. Tambien ella debe tomar recaudos propios para que no llegar
a ese extremo, mediante la capacitación táctica y de procedimientos y una legislación muy dura y diferenciada para los que
asesinen aun policía. La población también debe ser reeducada, de manera que los barrios se conviertan en zonas hostiles a
la delincuencia, tomando recaudos tales como la observación vecinal, refuerzos de sus viviendas, tal como lo hacen en los
EE UU. Se trata de un país violento, de gran marginalidad y pandillismo, sin un control aceptable de las armas. No obstante,
poseen un solidario apoyo mutuo vecinal, buena iluminación, asesores barriales en materia de seguridad y por supuesto una
respuesta policial rápida y eficiente. Para comenzar a mejorar la situación actual, hace falta identificar el problema, mediante
un diagnóstico social y obtener el consenso político para adoptar las decisiones adecuadas, ya que se trata de una situación
que nos afecta a todos por igual. De lo contrario, como sucede desde hace varios años, cada día será menos seguro que el anterior,
en una pendiente cuyo extremo es impredecible, pero que seguramente conduce al caos. Por este motivo, es erróneo el concepto
de que la seguridad se logra sólo con “mano dura”, “modificación
de las leyes”, “veda de armas” o su cambio por comestibles y otros paliativos que suelen adoptarse en las
coyunturas sin considerar realmente las causas de fondo. Nuestra historia nos enseña que la inseguridad interior, ha deteriorado
la democracia y durante muchos años la suspendió. Es el momento de comenzar la tarea, iniciando un proceso que nos llevará
años para corregir los múltiples factores de incidencia, pero con la seguridad de obtener un resultado que nos permitirá vivir
sin zozobras y que siempre será mucho mejor que la inestable situación en que vivimos.
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Nuestro país a la cabeza mundial en el control de armas de fuego...por el momento
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