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CASO SHOOTING BAIRES

un misterio aclarado

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La zona de Tribunales es una de las más activas de la ciudad de Buenos Aires, donde el tránsito peatonal y vehicular es enorme y las cafeterías y lugares de comidas de la zona se hallan constantemente colmadas de gente bulliciosa y activa. Dos líneas de subterráneos y una enorme cantidad de medios de transporte de superficie facilitan el acceso o salida del área. Si hay un lugar que refleja el pulso de la ciudad, es esa zona.
A principios de 1993, en el primer piso de la Av. Corrientes 1389, casi esquina Uruguay se había iniciado una obra de 480 m2 que con el tiempo se convirtió en una hermosa, deberíamos decir lujosa instalación de tiro para armas cortas, que se denominó Shooting Baires.
Para acceder al lugar, se podía hacer uso tanto de una escalera como de un ascensor. El primer piso poseía una amplia recepción, confitería, sala de exposición y venta de armas, servicios sanitarios y ocho líneas de tiro denominadas doradas y plateadas, con un alcance máximo de 23 metros.
Existía una línea de tiro poco común en el ambiente: la denominada VIP, que poseía baño privado, teléfono y fax, algo nunca visto en esta clase de actividad.
Shooting Baires cumplía las clásicas normas de seguridad para este tipo de instalación y exigía no utilizar munición de recarga, aspecto que era celosamente controlado por los atentos instructores de tiro, que daban vida, calidad y seguridad a la diaria actividad.
Los bien iluminados blancos podían ser dirigidos por control remoto en todas las líneas, con recorridos de ida y vuelta y opciones de detención a determinadas distancias. Al fondo, un parabalas metálico del tipo veneciano, detenía eficazmente la trayectoria de los proyectiles. La ventilación era funcional y adecuada para el lugar, eliminando el peligro de la contaminación por plomo.
Antes de su inauguración, la obra había obtenido la correspondiente autorización municipal y desde el punto de vista técnico, el RENAR había habilitado la instalación y luego inspeccionó el lugar varias veces, sin observar novedades.
La actividad de tiro en el Shooting Baires, se desarrollaba entre las 9 y las 22, con entera normalidad, ganando rápidamente cierto renombre y popularidad en el ambiente fierrero.

Los polígonos de tiro en la ciudad de Buenos Aires
Nuestro país contaba en el año 1910, con tantos inmigrantes europeos como argentinos nativos. Es conocido que en el viejo continente, la actividad del tiro deportivo y caza eran por cierto muy populares, lo que influyó notablemente en nuestra propia cultura. En esos tiempos no existían regulaciones para todo, entre ellas las relacionadas con los requerimientos para instalar polígonos de tiro. Es por ese motivo, que con toda naturalidad, cualquier adolescente podía concurrir al Tiro Federal de Buenos Aires y a cambio de la entrega de su cédula y unas monedas, recibía quince tiros de Máuser 7,65 mm y un turno en la línea.
Esto era considerado en aquel entonces, un hecho normal en nuestra sociedad y contra la opinión de supuestos expertos que en la actualidad opinan por radio y TV, no influyó en el incremento de la criminalidad, ni produjo asesinos seriales, ni francotiradores, ni bandas de pandilleros armados, ni psicópatas vengadores anónimos.
El resultado se tradujo en una mayor cultura en armas, conciencia de lo que son y muchas veces...en la obtención de muchos títulos mundiales.
En realidad, era tanto el entusiasmo existente antes por el tiro, que durante la primera mitad del siglo, muchos establecimientos educacionales poseían sus propias instalaciones para la práctica. Se trataba de renombrados colegios, de cuyas aulas han salido generaciones de destacados ciudadanos, que se distinguieron en las ciencias, las artes, la política, la literatura y en todas las actividades culturales. Estos futuros profesionales, practicaban tiro con armas de fuego en los Colegios Nacional Buenos Aires, Champagnat, Lasalle, y el Salvador, sin perjuicio de los torneos intercolegiales de tiro con carabina .22, que requerían trasladar polígonos portátiles a esos establecimientos educativos.
Hoy eso es imposible, pero ningún funcionario es capaz de decir por qué.
Actualmente existe un Código de Planeamiento Urbano, que define que en algunas zonas de la ciudad de Buenos Aires, no se permite la instalación de polígonos de tiro acústicamente aislados.
No obstante encontrarse en zonas prohibidas, en el área del microcentro, existen instalaciones de tiro en el Círculo Militar, Centro Naval, Círculo de Aeronáutica, Casa Central del Banco de la Nación, Prefectura Naval, Edificio Libertad, Edificio Libertador, en la desaparecida armería Red Ryder de Lavalle y Florida, en el mencionado Colegio Nacional Buenos Aires y antiguamente, en algunas comisarías del microcentro.
No existe elemento de juicio técnico alguno, que justifique la restricción o prohibición, para la instalación de polígonos cubiertos en zonas urbanas, salvo una elevada ignorancia.
Esta segura instalación, es lo que se estila en las ciudades de Europa y Norteamérica, como una práctica y adecuada solución a la demanda existente.
Podemos ver en la actualidad, que en la ciudad de Nueva York, a dos cuadras de las torres gemelas, en la calle Murray se encuentra el polígono de tiro Downtown (microcentro) y en cinco cuadras a la redonda, hay tres instalaciones más.
De acuerdo con las disposiciones vigentes y la realidad cotidiana, en la ciudad de Buenos Aires, resulta más fácil instalar un prostíbulo, un puesto de venta clandestino de baratijas, un sex shop, que un polígono de tiro cerrado.
¿Qué secreto conocimiento técnico, ha impulsado a nuestras autoridades a mantener restricciones para instalar polígonos? ¿Tenemos que llegar a la conclusión que técnicamente los norteamericanos son unos ignorantes?

El accidente del Shooting Baires
La mañana del 29 de marzo de 1994, no fue como todas, ya que al mediodía varias personas habían percibido olor a gas en el quiosco que se encuentra a la calle, debajo del polígono.
Cerca de las 15, en la estación de subterráneos Uruguay de la línea B, detectaron el mismo olor. Hubo denuncias de la novedad ante la empresa proveedora del fluido: Metrogas, quien inmediatamente envió una cuadrilla para inspeccionar el área, no definiendo en ese momento el origen exacto de la pérdida, aunque se sospechaba que provenía de la tubería en el sector del medidor que pertenecía al polígono, que se hallaba dentro del kiosco.
Mientras tanto, en la conexión existente entre el caño maestro y el medidor del servicio de gas del Shooting Baires, una pérdida de fluido se había concentrado en la tubería de acceso, que fue invadiendo poco a poco el tubo de ventilación que se hallaba por arriba y a lo largo de la línea VIP. En determinado momento, el gas alcanzó fatalmente la proporción ideal, como para convertirse en mezcla explosiva.
Instantes después de la cinco de la tarde, mientras se hallaban en las líneas algunos tiradores e instructores, alguna chispa inició la combustión del gas depositado. Se produjo entonces una deflagración, que lamentablemente causó nueve víctimas mortales y dejó gravemente herida a una décima.
El luctuoso suceso atrajo inmediatamente la atención de los medios de prensa, que dieron al tema un enfoque sensacionalista y subjetivo, despedazando la realidad. Ya no se trataba de un accidente más, se comenzó a cuestionar sin fundamento alguno a la actividad misma del tiro, calificando a la instalación de polvorín(casi todos los medios de TV y prensa), lugar donde se aprende a matar (Concejal Jaimovich), disparate (Dr. Storani), escuela de mentes agresivas(público NN), etc. Otros políticos y funcionarios también aportaron públicamente su ignorancia sobre un tema que en realidad la mayoría desconoce, dándose el caso del Concejal Jaimovich, que habló por TV de lo inseguras que resultan estas instalaciones. Paradójicamente, Jaimovich falleció meses después practicando rafting en un río de la provincia de Mendoza.
Inventando noticias, los periodistas mencionaron la existencia de recarga y por lo tanto, de pólvora en el edificio. Otros más osados opinaron que se trataba de sabotaje, donde el argumento de haber sido una bomba era la versión preferida, detallando hasta su tipo: fósforo o magnesio. Cualquier improvisado o técnico arriesgaba su propia teoría, pero el correcto peritaje de la Policía Federal Argentina demostró que se trató de una deflagración, producida por una alta concentración de gas natural, en la tubería de la línea VIP, que de su perfil rectangular original, al deflagrar, se había transformado en uno cilíndrico, mostrando una enorme rajadura a su largo.
No se detectó otro tipo de origen, tal como pólvora, explosivo o simple foco de incendio.
El polígono se había quemado en la parte superior, hasta aproximadamente un metro y medio del suelo, sin llama, en una acción de flash, quedando definitivamente demostrado, que se trató de una pérdida de gas.
No obstante, ante la teoría de la existencia de pólvora incombusta, por pedido judicial, la Gendarmería Nacional ha desarrollado un profundo estudio, que por sus alcances podría ser inédito en el marco internacional, demostrando que se debe descartar definitivamente la posibilidad de una deflagración de pólvora en el accidente ocurrido en el Shooting Baires.

Epílogo
Este accidente resulta particularmente lamentable y mucho más, por tratarse de un polígono de tiro, ya que de haber ocurrido en cualquier otro tipo de instalación comercial, no hubiese producido tanto daño a la actividad. De hecho, la ciudad ha tenido varios accidentes de ese tipo, pero se convirtió en una excelente veta para nuestra decadente prensa.
El accidente contribuyó con la campaña contraria a la actividad del tiro, sus instalaciones de práctica y la Ley de Armas, que algunos periodistas y políticos utilizaron para incrementar sus críticas. Entre ellos se encuentran los Diputados Cafiero, Vincentini y la periodista Ruiz Guiñazú.
Varios polígonos fueron clausurados simultáneamente con motivo de este acontecimiento, siguiendo la norma de algunos funcionarios decadentes: si no entiendes nada, ¡prohíbelo!
De esta manera, también se perdieron esas valiosas instalaciones, tan útiles para la práctica de tiro de los aficionados, policías y agentes de seguridad privada.
Actualmente el Shooting Baires, ha ganado todas las instancias judiciales en el foro penal y discute los daños con la empresa proveedora del fluido.
Los centímetros de columna y minutos en el aire, que ocuparon los diarios y la TV, fueron gigantescos en relación con los dedicados a la noticia, que tardíamente informó sobre la verdadera historia.

Este relato, está legalmente basado en las actuaciones judiciales, grabaciones de los noticieros y diarios de la época.
El Lic. Jorge Sáenz, luego del accidente, fue asesor técnico del Shooting Baires y perito de parte en la causa penal.



Buenos Aires 1998