De hecho,
todo miembro de las Fuerzas Armadas es un informante natural, aunque no pertenezca formalmente a la estructura. La recolección
de información, también levanta basura. Los archivos están llenos de datos, que una vez analizados y elaborados, se transforman
en inteligencia, se diseminan y finalmente determinan las acciones a seguir.
Para
obtener información se utilizan todos los medios imaginables, que aún se siguen inventando.
La nueva
guerra denominada por EE UU “Justicia Infinita”, comenzó sin el nivel de inteligencia mínimo que se requiere para
combatir contra el terrorismo. Para hacerlo, es necesario imponer el centro de gravedad en el área inteligencia, no en el
empleo de misiles.
No es
la primera vez que los aliados se equivocan en este sentido. En la primera guerra mundial, se emplearon tácticas del siglo
XIX, lo que hizo que se convirtiera en una guerra estática, por la paralización que produjeron en las tropas, los agresivos
químicos, artillería moderna, aviación y armas automáticas; que motivó la aparición de los
tanques.
La segunda
guerra mundial, fue enfocada por los aliados en forma similar a la primera, con una estrategia operacional estática, pero
los alemanes desataron la guerra relámpago (blitzkrieg), caracterizada por la gran movilidad de sus divisiones acorazadas.
En la
guerra de Corea, se emplearon constantemente los portaviones y la capacidad anfibia norteamericana, tal como ya habían hecho
en el Pacífico durante la segunda guerra mundial. Pero terminó en un empate, con posteriores enfrentamientos políticos y gastos
militares exhorbitantes.
En la
irregular guerra de Vietnam, el ejército norteamericano nunca pudo conocer y contrarrestar el grado de infiltración logrado
por el vietcong en sus filas. Debido a ello, en las bases de combate donde había tropas vietnamitas, instalaban veladamente
en las posiciones defensivas, cargas explosivas. Cuando durante un ataque vietcong, los vietnamitas se daban vuelta y comenzaban
a disparar sobre los norteamericanos, éstos los hacían volar.
Vietnam,
fue la primera guerra no convencional en que se vieron envueltos. Mucho antes de
estos conflictos, Ho Chi Min, estaba dispuesto a negociar con las potencias occidentales la ayuda económica y protección de
los intereses que requería su país, pero ni Francia, ni EE UU lo escucharon. Ambos fueron derrotados, porque tenían objetivos
militares errados.
En la guerra del Golfo, EE UU empleó elementos más sofisticados, muchos de ellos desconocidos, convirtiéndose en el
líder mundial indiscutido en capacidad militar. Kuwait y Arabia Saudita representan un objetivo comercial importante para
los EE UU.
EE UU
equipó a treinta mil hombres con equipos militares de diez mil dólares por soldado, que permite al combatiente individual,
operar bajo cualquier condición de tiempo y lugar, con capacidad antibala, ubicación satelital por GPS, visores infrarrojos,
visores nocturnos y comunicaciones radiales individuales.
Pero
el siglo XXI, llegó con una novedad: el terrorismo fundamentalista a gran escala. EE UU en su operación “Justicia Infinita”,
está operando como en la guerra del Golfo, con medios aún mejores, pero sin resultados a la vista.
Existe
una larga tradición de errores en este sentido:
Durante
la guerra no convencional de Vietnam, la inteligencia del ejército, rara vez acertaba acerca de la cantidad de efectivos de
las patrullas vietcong. En consecuencia, las patrullas norteamericanas se encontraban sobredimensionadas o muy débiles.
La información
satelital compensó esta falencia, llegando a las bases de combate el dato de la existencia de abundantes patrullas de uno
o dos efectivos vietcong. Esto motivó un ataque de la fuerza aérea con napalm, comprobándose durante la evaluación de daños,
que sólo se trataba de monos.
Previo
a la guerra del Golfo, la embajadora de los EE UU advirtió a Saddam Hussein acerca de la postura norteamericana, respecto
de las intenciones de Irak en Kuwait. A pesar de esta advertencia, Saddam interpretó que tenía luz verde de EE UU para invadir
Kuwait.
Cuando
las tropas de Irak se ubicaron en la frontera, el Pentágono informó que sólo era un bluff. Al día siguiente, Irak invadió
Kuwait.
Previo
a la guerra del Golfo, la inteligencia militar había sobredimensionado de tal manera a las fuerzas armadas de Irak, que el
Gral. Schwarzkopf, demoró mucho tiempo el ataque para poder concentrar el adecuado número de efectivos para asegurarse el
éxito en la operación. Por tal motivo la primera fase la denominó “Escudo del Desierto”.
Para
esta campaña, una de las fuentes de información sobre el terreno de Irak, fue rescatada del relato de un libro de dos viajeros
ingleses, que habían recorrido el país años antes de la segunda guerra mundial.
Durante
la operación “Tormenta del Desierto”, la inteligencia militar nunca pudo determinar la ubicación de Saddam; pero
durante el conflicto, la CNN le hizo un reportaje.
Cuatro
de los doce tanques que perdió la coalición durante esta operación, fueron destruidos erróneamente por los mismos norteamericanos.
Doctrinariamente,
la guerra convencional requiere los siguientes parámetros: “correctos objetivos
materiales”, “economía de fuerzas” y “unidad de comando”. La operación en marcha contra
el terrorismo en Afganistán no puede definir estos aspectos, porque está aplicando técnicas militares del siglo pasado.
El presidente
Bush, se ha dado cuenta que el terrorismo es una nueva forma de guerra, anónima, subterránea, sin frentes definidos, interna
y externa, de largo aliento. Por ese motivo, tomó la difícil resolución de autorizar a la CIA a “matar a los terroristas”, más parecida a los métodos sudamericanos de lucha contra
el terrorismo, que a la guerra del Golfo.
Esta
decisión presidencial deja en manos de la CIA y de la inteligencia
militar norteamericana, una gran responsabilidad, con la posibilidad de que sigan cometiendo errores gruesos tanto en lo táctico
como en lo estratégico, como ya lo hicieron en el pasado.
Este
ataque “in vitro”, está uniendo a todos los terroristas de la
Jihad Islamica (guerra santa), multiplicando el ingreso a sus filas, que es uno de los aspectos que tiene
que evitar y que fomenta el rechazo a la guerra entre sus aliados y el propio pueblo norteamericano.
Los
“correctos objetivos materiales” de esta guerra moderna, son los terroristas
y sus arsenales químicos, biológicos y nucleares, además de los fundamentalistas anónimos que siguen infiltrándose para golpear
nuevamente de manera original y donde más duele, como ya lo hicieron en Nueva York.
La “economía de fuerzas”, consiste en salirse de esta guerra y materializar una
nueva política internacional, respetuosa y solidaria con el tercer mundo, del cual el islámico es una parte importante y donde
los portaviones, misiles y cazabombarderos no tienen rol asignado.
La “unidad de comando” consiste en lograr el consenso de las potencias mundiales
para terminar con el intento de globalización del Council of Foreign Relations, del cual forman parte muchos estadistas de
las grandes potencias y del tercer mundo. Esto permitirá respetar nuevamente las soberanías de los países, generar nuevas
pautas para la justa distribución de los roles en la producción de bienes y el reparto de la riqueza.
En este
plano la ONU tiene un papel de suma importancia, que ahora no
se encuentra en condiciones de asumir.
Si esto
no ocurre, entraremos más pronunciadamente en la pendiente del Apocalipsis, en la que ya nos encontramos, está a la vista
y que dejó de ser sólo un relato bíblico.